viernes, 22 de marzo de 2013

LVII

Acudo a la cita con la esperanza
de hallarte en el lugar acordado.
Las oscuras y vacías calles de la noche
son el punto de encuentro.
Mas no te veo.
Mis ojos, ya acostumbrados
a la cruel oscuridad,
te buscan sin descanso.
Como un perro abandonado
sigo el rastro imposible
de tu aroma de mujer.
Mi sustento, mi dueña,
mi vida, mi amor.
Viejas farolas de viejo metal
iluminan la niebla que
acompaña mi camino.
La promesa de tus caricias
me da fuerza, aliento y vida.
¿Dónde estás?
¿Dónde te escondes?
Necesito abrazarte como el mar
al rocoso acantilado.
Besarte como el sol
a la mañana que nace.
Acariciarte como la lluvia
a la tarde de otoño.
Tenerte como el rayo
a la tormentosa noche.
Desesperado y triste
vago en silencio.
Silencio que rompe
el trueno de tu aullido.
Mis ojos renacen,
mi corazón late.
Mi cuerpo reacciona
iniciando una carrera
hacia la voz que me llama.
La meta es mi religión.
La meta es mi todo.
La meta eres tu.

Santi Malasombra

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