miércoles, 5 de septiembre de 2012

XXXIII

Noche implacable y cruel.
Invades con insaciable gula
el corazón abandonado sembrando miedo,
desesperación y duda.
Sollozos apagados por el silencio.
Lágrimas que la suave luz del amanecer no percibe.
Dolor camuflado en la eterna madrugada.
Espinas que laceran el alma.
El abrazo que no llega.
La dulce voz que sana las heridas no está.
Noche que no acaba.
Reloj de agujas perezosas.
Prisionero de pesadillas reales.
Maldiciones que no liberan.
La egoísta soledad no permite visitas
El amanecer abrirá tu celda.
El día te hará respirar de nuevo.
La noche volverá, si.
Pero bébete la luz de la mañana y sonríe.
Merecerá la pena.
 
Santi Malasombra

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