lunes, 4 de junio de 2012

VI

Mares tenebrosos me aguardan
con tormentas, rayos y truenos.
El Fuego de San Telmo será mi amigo,
mi único amigo en este mundo sin ella.
Nubes de negras intenciones ocultan la luna,
Las estrellas se niegan a guiarme.
Errante como el holandés maldito
quiero naufragar en los brazos del mar.
Bellas sirenas se acercan para consolarme,
las desprecio y me entienden.
Vieron en mi alma desesperación,
angustía y llanto...
Abandonado y triste navego para siempre
en las crueles aguas del desamor.
La orilla está lejos, lejos, lejos...
La loba en el bosque y el príncipe en el mar,
maldecidos por los dioses del deseo.
Neptuno, ¿a qué esperas?
hunde mi barco en la eternidad del infierno,
rescátame de la vida...quitándomela.
Poderoso príncipe fui en tiempos
y en débil hombre me convirtió la Loba.
 
Abro mis ojos y sigo vivo sobre mi barco,
noble navío de nobles maderas
que soportó las embestidas por mi.
Me levanto, cansado y desorientado
alzo la vista y la veo
Águila poderosa que me vigila,
bellas ninfas se acercan a mi
enviadas por la Loba para guiarme,
apenas me miran, no se atreven.
Sólo me muestran el camino de vuelta.
El águila escoltará mi alma
hacia el reino de la mujer.
Mujer convertida en animal
que me espera altiva y poderosa.
Llegamos al bosque, la miro y comprendo.
Me arrodillo ante ella pidiendo perdón.
Deseo que sus garras rodeen mi maltrecho cuerpo,
que sus ardientes caricias me alimenten,
que sus húmedos besos me hagan respirar,
respirar para vivir
Junto a ti...Loba.
 
Santi Malasombra

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